De nombre Paula, mi madre, madre del alma.
Su sencillez embriagaba y su alegría contagiaba
de noble mirada, mirada de amor, de calma.
Cantaba al campo, a las flores, al amor y a las pasiones
de comparsa íbamos todos al son de sus melodías
¡ con que destreza mi madre hacía felices los días !
Como el mejor profesor me impartió sus enseñanzas
del caminar por la vida, del amor por los demás
a saber que sin luchar no llegarían las bonanzas.
Con su modelo de vida y con ese amor de madre
pasé mi infancia feliz, pero sin perder detalle
¡quería llegar a mujer pareciéndome a mi madre !
Reconocía mi mirada, mi interior, mi sufrimiento,
volvía a casa agotada, el día de Sol a Sol,
tan dura era su jornada... y a mí ...¡ me daba el aliento !.
Como campo de secano y que no puede beber
ansía la tierra el agua para las plantas crecer,
yo ansiaba en la jornada...ver de nuevo anochecer.
El Sol nos abandonaba, se podía descansar...
pero no imaginaba mi madre, que mi mayor ilusión
¡ era el bullicio en el patio y poderla disfrutar !.
¡Ya estaba mi madre en casa, me saltaba el corazón!,
al fin estaría con ella y su característico olor,
¡ como sedienta llegaba a darle conversación !.
Fueron pasando los años y su mirada cambió,
perdieron brillo sus ojos, como cristal apagado
que con el paso del tiempo la vida no lo ha cuidado.
Era como una cantera de múltiples minerales,
que iluminaba en el Cielo con mil colores brillantes,
que convertía las penas en bombillas destellantes.
Fui aprendiendo a su lado de la vida lo mejor,
y recorrí su cantera recogiendo paso a paso...
hasta elaborar la piedra que protejo en mi interior.
¡Un rubí de fuerza y vida!, con destellos de colores
que cuido con mucho esmero,
que representa a mi madre, madre hermosa...
" Fue mi madre una mujer que como barca en la mar,
deja estelas en el agua... estelas que mi mar,
mientras recuerde a esa barca no las dejará borrar ".
¡Siempre estás conmigo madre!
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