HOJA DE UN DIARIO
Desperté esperando ver entrar los primeros rayos de sol a través de las contraventanas, desde la penumbra de la triste habitación, era necesario abrir la ventana al nuevo día.
Al abrirla, las nubes se habían apoderado del cielo y el riesgo de lluvia era evidente, tanto, que el primer rayo cayó sobre el alero de mi alma e hizo cimbrearse hasta los cimientos.
Las heridas provocadas fueron inmensas, profundas… quemaban, dos furtivas lágrimas resbalaron por mis mejillas.
Llamé a la calma que vino hasta mi con la misma velocidad que lo había hecho aquel desafortunado rayo, sabiéndose la única que en aquellos fatídicos momentos me serviría de ayuda.
Confusa ella y más aún yo, nos aliamos, nos acunamos y aconsejabas con la misma serenidad de siempre-nos sabíamos cómplices-
Sentía el murmullo de su voz que mentalmente repasaba-eres camino-(me susurraba), un camino acostumbrado a bajas temperaturas y tiempos húmedos. Con grietas en otoño y grandes perlas en los cálidos veranos. Con la esperanza desahuciada en sus cimientos por los huracanes…
Escuchaba con atención, pero no era suficiente consuelo para romper la cortina impalpable del dolor que me acuciaba. Momento éste en el que pesaba el pecho al igual que una piedra que nos inmoviliza.
Alcé la mirada-intentaba rezar- pero no estoy acostumbrada a ello-Me educaron-pensé-
A creer en los demás y sembrar mi camino de amor y ejemplo. Así había actuado siempre, dando de la mejor manera que sabía y sin olvidarme jamás de aquella pequeña florerilla silvestre ajena a otras miradas.
Las dudas llegaban a mi como una jauría y las preguntas se apiñaban unas tras otras, sabia que no siempre puede actuarse de igual manera, pero lo que era evidente es que mi cuerpo acabó mutilado a lo largo del duro trayecto, mis fibras nerviosas emiten dolor, disparan balas de dolor hasta que aprietas fuertemente los labios evitando así, que lo gemidos se escuchen más allá de tu propio yo.
Me he equivocado-me dije- pero sigue buscando el rastro brillante de la estrella y las notas de una bella canción, que tal vez ya nadie recuerda
Terminamos nuestro diálogo, el día estaba ya a nuestro lado y era necesario abrir los ojos que la luz rechazan y poner el cuerpo en marcha para andar en aquel día que amaneció combate
SENDA